domingo, 30 de septiembre de 2007

La vida sigue...

El pasado miércoles de madrugada llaman a mi puerta. Era mi vecina con la que me he cruzado un par de veces desconsolada. Su marido acababa de morir en un hospital después de una operación de rodilla. Su familia aún no había llegado y necesitaba contárselo a alguien. Dejé que se desahogase mientras me explicaba los detalles. Es curioso como en esta trágica ocasión pasamos de ser unas simples desconocidas a establecer un pequeño vínculo. Su familia llegó a la media hora y se ocuparon de ella. Yo me quedé en la puerta observando como se organizaban para llamar a éste y aquél. Le daban el pésame mientras le interrogaban: has llamado a fulanito, has avisado a menganito... Tranquila le decían nosotros nos ocupamos de todo... Le di la mano y me miró a los ojos. Sentí que su mirada era una mezcolanza de pánico y no saber exactamente que ocurría.

Han pasado 4 días y no sale de casa. Mientras mi vida continúa la puerta de su piso silencioso me recuerda que la suya se ha parado desde el miércoles...