lunes, 26 de octubre de 2009

La yaya

En Zaragoza a los abuelos les llamamos yayos. Mi yaya (mi abuela) tenía una fuerza interior que la hacía resistir a todo. Pasados los 100 años seguía resistiendose a que la muerte la viniese a buscar. Murió el sábado y miles de recuerdos me vienen a la mente. De ella he aprendido muchas cosas. Vivencias de un siglo, incluida una guerra. Sólo tenías que escucharla y mirarla a sus ojitos para ver todo lo que la vida le regaló y le quitó. Era guapa muy guapa... Por dentro y por fuera. Me gustaban sus finas manos que acaricié miles de veces. Dicen que mis manos son herencia suya... Ojalá. Te quiero yaya.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Martina: tus manos día a día "tejen", como las de la yaya, creatividad, ten por seguro que las has heredado. Cuídalas preciosa.
Te quiero princesa.
Para tí y para ella, este poema de Pablo Neruda.

TUS MANOS
Cuando tus manos salen,
y amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron en mi boca,
de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?

Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.

Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.

marta dijo...

Precioso...